Hola a todos. Bienvenidos de nuevo a este pequeño y remoto blog que tengo el gusto de llamar mío.
A pesar de que no he ganado precisamente popularidad en la red, sí me alegra decir que mi libro está recibiendo buenas reseñas de vosotros. No puedo expresar lo mucho que me entusiasma abrir el ordenador, buscar en Internet y encontrar opiniones alegres y satisfechas de mi libro. Es un sueño hecho realidad.
Lamento no haber escrito más frecuentemente. No obstante, entre el trabajo y la falta de conectividad desde aquí, lo cierto es que no se me dan demasiadas oportunidades para escribir. En todo caso, aquí tenéis un pequeño regalito que espero que anime a aquellos que han seguido mis movimientos como autora.
Este es un pequeño anticipo de lo que va a ser mi segunda obra, que espero acabar para finales de este verano. Un beso enorme a todos mis lectores
Anna Hailer Puig
Xavi levantó finalmente la vista. Sus ojos se habían oscurecido, su mandíbula endurecido y sus labios dibujaban mueca un tanto macabra.
―Hay que matarlo ―sentenció.
Marta tosió, Jordi escupió toda la cerveza que acababa de beber, Alfred y Laura palidecieron y Kevin... Kevin frunció el ceño preocupado. Una reacción poco común en él. Fue él el primero en volver a hablar.
―No creo que sea una buena idea.
―¿Qué no es una buena idea? ―Su amigo se puso de inmediato a la defensiva― ¡Mira quién fue a hablar! ¿Desde cuándo un crimen no te parece una buena idea?
―Hay que matarlo ―sentenció.
Marta tosió, Jordi escupió toda la cerveza que acababa de beber, Alfred y Laura palidecieron y Kevin... Kevin frunció el ceño preocupado. Una reacción poco común en él. Fue él el primero en volver a hablar.
―No creo que sea una buena idea.
―¿Qué no es una buena idea? ―Su amigo se puso de inmediato a la defensiva― ¡Mira quién fue a hablar! ¿Desde cuándo un crimen no te parece una buena idea?
Se encogió de hombros.
―Oh, no tengo nada en contra de los crímenes, solo me preocupo por tu salud mental.Es lo que hace un buen amigo.
―Tú no eres mi amigo. Intentaste matarme.
―¡No es cierto! ―se defendió Kevin de nuevo. Se llevó las manos al pecho con aspecto herido―. Además, no soy yo el que asiste al loquero.
―Oh, no tengo nada en contra de los crímenes, solo me preocupo por tu salud mental.Es lo que hace un buen amigo.
―Tú no eres mi amigo. Intentaste matarme.
―¡No es cierto! ―se defendió Kevin de nuevo. Se llevó las manos al pecho con aspecto herido―. Además, no soy yo el que asiste al loquero.
―¿Tú también vas al psicólogo? ―preguntó extrañada Marta.
―Yo creía que era la única ―susurró Laura de forma casi inteligible.
―Yo creía que era la única ―susurró Laura de forma casi inteligible.
―Nadie es tan único.
―¡Cállate, Kevin! ―gritaron todos a coro.
―¡Cállate, Kevin! ―gritaron todos a coro.
Laura dibujó una pequeña sonrisa y se arrimó algo a Xavi. Este suspiró, pero no protestó ante su comportamiento.
―¿Qué es lo peor que podría pasarme? ¿Qué me volviese más loco aún? ―Les preguntó a los demás, volviendo al tema principal.
―¿Qué es lo peor que podría pasarme? ¿Qué me volviese más loco aún? ―Les preguntó a los demás, volviendo al tema principal.
―Podrías acabar como yo ―sugirió Kevin.
Durante unos instantes el silencio reino en la habitación.
―De acuerdo ―acepto Xavi―, entonces es mejor que lo hagas tú.
―De acuerdo ―acepto Xavi―, entonces es mejor que lo hagas tú.
―¿Yo? ¿Por qué yo? ―Kevin se levantó de su asiento, indignado. Se volvió a los demás, pero todos meditaban la propuesta con visible satisfacción.
―¿Votos en contra? ―Preguntó Jordi con su mejor voz de orador― ¿Nadie? ―repitió. Y finalmente estampó su copa contra la mesa mientras decía―. ¡Vendido!
―Empieza a caerme bien ―comentó Xavi mientras movía la cabeza en afirmación.
―Has sido elegido en una votación unánime ―le sonrió Marta
.
Kevin puso mala cara. Pero no protestó. Con las manos en los bolsillos comenzó a caminar hacia la puerta, mascullando: ―Siempre me toca a mí matar a la gente. Comienza a perder su gracia.
Solo cuando se fue, pareció que los presentes se replanteaban lo discutido.
―No lo dirá en serio, ¿verdad? ―preguntó Laura, indecisa―. Es decir, ¿no se habrá creído que hablábamos en serio?
―¡Yo lo decía muy en serio! ―Aseguró Xavi y al ver el rostro pálido de la chica maldijo por lo bajo―. Es Kevin. Por supuesto que no hablaba en serio. ÉL nunca habla en serio.
Le ofreció una palmada insegura en el hombro. Intentó darle otra en la cabeza, pero pareció pensárselo y cambiar de idea a medio camino.
Mientras, Marta negaba con la cabeza.
―Yo no estaría tan segura ―dijo―. Tú mismo lo has dicho: ES KEVIN.
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