A mí, personalmente, siempre me ha gustado. No soporto San Valentín, con sus cartitas, sus peluches y sus ramos gigantescos (aunque no diría que no a una caja de bombones. Una no le dice que no tan fácilmente al chocolate). Me parece un modo de gritarle a tu pareja: Hoy demostraré lo mucho que te aprecio siendo un materialista y así el resto del tiempo que estemos juntos no he de esforzarme mucho.
Claro que no tenéis por qué estar de acuerdo conmigo. Después de todo, soy la autora de un libro que trata de matar a novios/exnovios. Tal vez mi opinión no sea la más adecuada. Pero San Jordi es distinto. O al menos a mí me lo parece.
Más simple, menos caro y más dedicado a unos detalles de la vida cotidiana que a los grandes regalos sin sentido. Aunque parece que el mercado quiera cambiar eso. Además, los regalos no están dedicados únicamente a las parejas, sino que uno puede hacerlos a quien más deseé. Del mismo modo que uno le puede regalar un libro a su hermano, su padre, su hijo, cualquier otro día de la semana.
Y precisamente ese es el punto que más me gusta de esta fiesta: los libros. No es que me desagraden las rosas. Prefiero las flores con maceta, pero no diré que no a un pequeño detalle. Aun así, los libros son mi perdición. Por ello, no puedo evitar ilusionarme cuando en un día tantos libros entran en movimiento, pasan de mano en mano. Llegan a las calles y terminan llegando a las manos de futuros lectores como los tranquilos amigos que han esperado su turno con paciencia.
Hay algo mucho más personal en regalarle un libro a alguien, que en entregarle una rosa. La rosa puede ser un símbolo del amor, pero hay algo más en regalar un libro. Entregas un libro que a ti te ha gustado con la esperanza de que en el otro tenga el mismo efecto. O lo compras suponiendo que a esa persona le puede gustar y para ello necesitas conocer sus gustos, conocerla. Y si además dedicas el libro, puedes llegar a poner una parte de ti en esas pocas frases. Sí, hay algo muy personal en regalar un libro.
Y claro, puede que el mío no sea el más indicado, visto el título. Pero, ¿por qué no? El sentido del humor también es algo muy personal.
Mañana, estaré en la calle Roselló 78 vendiendo y firmando ejemplares.
No llevaré demasiado. Pero si alguien tiene algún ejemplar y quiere que se lo firme, solo tiene que aparecer. Os estaré esperando.
Un saludo, y que disfrutéis del día en que el dragón se comió a la princesa. A, no. Esa no era la historia. Aunque sin duda sería más entretenida.
Más simple, menos caro y más dedicado a unos detalles de la vida cotidiana que a los grandes regalos sin sentido. Aunque parece que el mercado quiera cambiar eso. Además, los regalos no están dedicados únicamente a las parejas, sino que uno puede hacerlos a quien más deseé. Del mismo modo que uno le puede regalar un libro a su hermano, su padre, su hijo, cualquier otro día de la semana.
Y precisamente ese es el punto que más me gusta de esta fiesta: los libros. No es que me desagraden las rosas. Prefiero las flores con maceta, pero no diré que no a un pequeño detalle. Aun así, los libros son mi perdición. Por ello, no puedo evitar ilusionarme cuando en un día tantos libros entran en movimiento, pasan de mano en mano. Llegan a las calles y terminan llegando a las manos de futuros lectores como los tranquilos amigos que han esperado su turno con paciencia.
Hay algo mucho más personal en regalarle un libro a alguien, que en entregarle una rosa. La rosa puede ser un símbolo del amor, pero hay algo más en regalar un libro. Entregas un libro que a ti te ha gustado con la esperanza de que en el otro tenga el mismo efecto. O lo compras suponiendo que a esa persona le puede gustar y para ello necesitas conocer sus gustos, conocerla. Y si además dedicas el libro, puedes llegar a poner una parte de ti en esas pocas frases. Sí, hay algo muy personal en regalar un libro.
Y claro, puede que el mío no sea el más indicado, visto el título. Pero, ¿por qué no? El sentido del humor también es algo muy personal.
Mañana, estaré en la calle Roselló 78 vendiendo y firmando ejemplares.
No llevaré demasiado. Pero si alguien tiene algún ejemplar y quiere que se lo firme, solo tiene que aparecer. Os estaré esperando.
Un saludo, y que disfrutéis del día en que el dragón se comió a la princesa. A, no. Esa no era la historia. Aunque sin duda sería más entretenida.
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